¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza dejar la ciudad y vivir en el campo?
Si la respuesta es sí ¡Esto es para ti!
El éxodo rural masivo de principios del siglo XX nos condujo a las sociedades urbanas en las que hemos crecido. Hasta el punto en que día de hoy las estadísticas apuntan que hay un despoblamiento de las zonas rurales. De hecho para nuestros mayores vivir en una gran urbe como NY era sinónimo de éxito, mientras dejar la ciudad y vivir en el campo significaba alejarse de toda la oferta cultural, laboral y de ocio. Era algo así como estar enterrado en vida.
Pero esta realidad convive con otros fenómenos antagónicos.
Jóvenes que empiezan a ver el entorno rural como la alternativa de vida idónea. Más sencilla, saludable y accesible. Buscando la conexión con la tierra, con el origen, y llevar una existencia más sostenible. ¿Los motivos? Los precios imposibles de las viviendas en la ciudad, la escasa oferta de empleo, salarios bajos, malas condiciones laborales, falta de crecimiento profesional, dificultad para vivir según los principios, horas en desplazamientos, estilos de vida poco saludables, los excesos de las nuevas tecnologías etc…
También es común un sentimiento de desengaño con las formas de vida capitalistas y todo lo que suponen: individualismo, estrés, consumo exacerbado, falta de contacto con la naturaleza, pautas muy marcadas etc… En cambio dejar la ciudad para vivir en el campo, permite decidir sobre nuestro propio ritmo, nuestro propio sistema alimentario y productivo.
Aunque esta idea de dejar la ciudad para vivir en el campo, pueda parecer algo nuevo, nada más lejos de la realidad.
Desde la aparición del capitalismo, el entorno rural ha jugado un papel muy importante frente a determinadas situaciones políticas y sociales. Ha sido un lugar para la búsqueda de un nuevo orden social por parte de proyectos libertarios y socialistas utópicos. El neorruralismo tuvo especial acogida durante Mayo francés de 1968 y de las corrientes contraculturales de esta época.
Los estados también han promovido la migración de la ciudad al campo, para trasladar los costes de la reproducción social en pro del autoabastecimiento, reduciendo los pagos asistenciales y evitando las revueltas urbanas en períodos de crisis.
Por tanto,todo apunta a que esta tendencia no es una moda, sino un proceso de transformación, el mundo está cambiando y los viejos esquemas empiezan a cuestionarse. El neoruralismo ha llegado para quedarse.
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